En esta entrada contamos con una entrevista a Sara García,
quien, pese a su temprana edad de 25 años, fue catequista de la parroquia de La
Anunciación hace unos años. Pese a que ya no continúa realizando esta
actividad, cuenta cómo fue su experiencia y qué recuerdos tiene de ella.
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¿Con qué
edad te planteaste ser catequista?
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¿Cuál fue
tu principal motivación para ser catequista?
El principal motivo fue que Don
Román, como ya he mencionado anteriormente, nos animó mucho a todos los que
íbamos a la parroquia de mi generación a dar un pequeño cambio a la Iglesia que
hasta el momento había estado llena de gente mayormente anciana. Así que, por
probar, nos lanzamos de lleno a intentarlo y resultó ser una gran experiencia y
unos años que nunca olvidaré. Son muchos los momentos vividos que, al fin y al
cabo, son recuerdos que quedan grabados para siempre.
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Además de
dar catequesis, ¿llevabas a cabo otras actividades en la parroquia?
Si. Además de dar catequesis, yo
y mis compañeros contábamos con un proyecto que se llamaba “Divertilandia” con
el que algunos días de la semana, quedábamos y organizábamos comidas, juegos, y
muchas actividades para todos. Por otro lado, también nos encargábamos del coro
de la misa de los domingos. Era lo que más me gustaba. Quedábamos algunos días
para ensayar las canciones e invitábamos a los más pequeños a participar
también. Todos teníamos entre 17 y 20 años, lo cual es algo raro, pero daba a
la parroquia un aire más juvenil y desenfadado.
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¿Por qué
decidiste finalmente abandonar tu labor como catequista en la parroquia de La
Anunciación?
Realmente llegó un momento en el
que no tenía tiempo para hacer todo lo que tenía que hacer. Estaba muy ocupada
con los estudios y otras actividades y no podía compaginar. Me costó mucho
dejarlo porque era algo que de verdad me apasionaba. Pero, finalmente decidí
que era el momento de poner fin a una etapa en mi vida y así lo hice.
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Además de
tu experiencia como catequista, ¿has participado en alguna otra actividad en
otros centros religiosos?
Sí, fui voluntaria en el comedor
social San Vicente de Paul durante dos años consecutivos. Fue una experiencia
totalmente gratificante, ayudar a personas que realmente lo necesitas con tus
propias manos te llena totalmente. Iba todos los domingos y mi labor era servir
la comida a todos aquellos que acudían. Lo que más me asombraba de ellos era lo
agradecidos que eran con todo y la sinceridad que mostraban día tras día.
Alguno de ellos a veces nos contaba cómo había acabado en esa situación y
algunas de las historias eran muy impactantes.
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¿Tienes
pensado realizar algún proyecto como estos que nos has mencionado en el futuro?
Algo que me gustaría mucho y que
ya llevo varios años pensando es ir a Perú para ayudar allí en alguna
congregación, debido a que tengo un tío que es fraile del Sagrado Corazón y
allí tienen un colegio y algunos veranos acude gente a dar clases o ayudar en
lo que sea necesario. También, en el colegio al que asistía de pequeña, La
Salle, a través de la fundación PROYDE, realizan viajes como misioneros y no
descarto aun la posibilidad de ir con ellos algún verano. Creo que son
experiencias muy positivas y que te llenan y forman como persona, y si algún
día llego a planteármelo realmente en serio y tengo los medios económicos
necesarios para ir, estoy segura de que no dejaré pasar la oportunidad.
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